Hazlo, y si te da miedo, hazlo con miedo

¿Sabías que no hay mejor forma de vencer nuestros miedos que enfrentándonos a ellos? Si los evitamos solo conseguiremos que se hagan más poderosos y que nos cueste más afrontarlos



El miedo es una de nuestras emociones más primitivas, más elementales y poderosas. Ahora bien, aunque muchos nos digan aquello de que “todos nuestros miedos son imaginarios“, en realidad, el verlos como algo concreto y tangible nos puede ayudar a derribarlos. Una de las principales funciones de este componente psicológico es alejarnos de algo nocivo o peligroso que puede atentar contra nuestra supervivencia. Es algo instintivo y, en ocasiones, hasta irracional, puesto que no siempre es fácil gestionarlo o incluso entenderlo.

A día de hoy no tenemos depredadores que puedan amenazarnos, no hay osos en nuestros entornos cercanos, ni amenazas tan concretas como las podían tener nuestros antepasados más remotos.

En la actualidad, nuestros miedos son más imprecisos, más complejos y profundos: tememos a la soledad, nos da miedo equivocarnos, el no estar a la altura de las expectativas ajenas, nos da miedo el fracaso o incluso que “nos rompan el corazón“.
Te invitamos pues a hacerles frente, a encender los motores del cambio para propiciar aquellos senderos que tenemos en mente y que nos pueden conducir hasta la felicidad.

Miedo, contigo o sin ti voy a alcanzar mis sueños

El miedo depende no solo de nuestra personalidad, sino también de nuestras experiencias previas.
En ocasiones, hay quien siendo una persona optimista y de carácter seguro, tras vivir un momento vital complejo y doloroso puede desarrollar diversos miedos y limitaciones psicológicas que le impiden avanzar en plenitud.
Cada persona es única en su mundo interior, en sus vivencias y en su personalidad. Por ello, hemos de ser siempre muy conscientes de que, lo que hoy nos parece seguro, mañana puede cambiar.
Vivir es por encima de todo saber fluir, y todo miedo, toda ansiedad y preocupación profunda siempre nos encalla.
Podríamos decir sin equivocarnos que si en nuestro pasado  más ancestral y remoto el miedo nos permitía seguir a salvo, los temores psicológicos de la actualidad, en esta era moderna, nos hacen casi morir en vida.
Te invitamos reflexionar durante unos instantes sobre estas dimensiones.




Cuando el miedo nos hace creer en los peores escenarios

Del “no tengo trabajo” a “nunca voy a volver a trabajar y este es mi final y el de mi familia” va un paso muy grande y peligroso.
El miedo irracional que nos hace pensar ya en los peores escenarios es, sin duda, el más destructivo, porque no es útil, porque no nos permite construir, sino que derriba nuestra integridad personal.
El miedo por sí mismo no es negativo, nos pone en alerta y nos avisa de que debemos reaccionar, hacer algo.
Si no tengo trabajo tal vez deba desarrollar mi ingenio, o irme a otra provincia, o buscar en otro sector laboral, o iniciar mi propio proyecto personal…
Todo ello son modos fabulosos de afrontar el miedo para evitar que no solo nos controle, sino que nos encalle hasta el punto de hacernos caer en una depresión.

Tus miedos, mis miedos

Lo último que debemos hacer es burlarnos de los miedos ajenos. Cada uno libra sus propias batallas personales, así que, en lugar de criticar o de ironizar, es mejor proporcionar ayuda con respeto y creatividad.
Si tienes un familiar o amigo que atraviesa una crisis personal y ya no desea salir de su zona de confort, atrévete a ofrecerle no solo ánimos, sino estrategias para dar el paso.
Basta con empezar con cosas sencillas que le hagan sentir bien, paseos, comidas, pequeños viajes… Más tarde, lo ayudaremos a afrontar sus miedos más concretos.

Mi miedo tiene forma, tiene rostro y tiene nombre

Tal y como señalábamos al inicio, si ponemos nombre a nuestros miedos los afrontaremos mucho mejor. De lo contrario, serán entidades difusas capaces de dominarnos aún más. Veamos algunos ejemplos.
No me atrevo a decirle a mi pareja que hay cosas de ella que no me hacen feliz. Este miedo se llama indecisión y temor a que “no ser como los demás esperan, renunciando con ello a mi propia autoestima“.
Es necesario reaccionar.
No me atrevo a cambiar de trabajo, aun teniendo claro que estoy perdiendo salud y calidad de vida. Eso se llama inseguridad personal y temor a que el cambio, en sí mismo, me traiga cosas peores.

Ahora bien… Si no nos atrevemos nunca a cruzar las líneas de nuestro propio miedo, jamás llegarán nuevas oportunidades. Y estas son básicas para poder elegir un nuevo camino personal.
Tengo miedo a hablar en público, a levantar la voz y a hacerme escuchar. Ese miedo se debe al temor a hacer el ridículo, a ser falible; temo que los demás se rían de mí.
¿Por qué tendemos siempre a imaginar lo peor ante situaciones que aún no han ocurrido? Déjate llevar con seguridad y aplomo, no alimentes tu miedo y nutre tu mente con semillas de positividad.
Convéncete a ti mismo de que “todo está bien, voy a ser capaz de lo que me proponga, porque me lo merezco, porque he luchado por ello y porque deseo disfrutar de cada paso en mi ciclo vital”.

Atrévete a ponerlo en práctica.


Fuente: Mejor con Salud

 

Deja tu comentario

No se publicará
No se publicará
Whatsapp