Delmira Agustini

¿Dulce y bella? ¿Escritora transgresora? 

Delmira murió en un acto violento en el 6 de julio de 1914. Lo que muchos desconocen cómo se fueron desencadenando los hechos hasta llegar a ese trágico final. Mujer, poetisa muy controvertida en su época, amada por unos y muy mal vista por otros, tanto en el ámbito privado como público. Pero debemos reconocer que produjo gran alboroto entre los círculos académicos y literarios del Río de la Plata, ya que su forma de expresión literaria fue condenada por muchos, por ser mujer, pero adorada por otros. Sus padres fueron Santiago Agustini y Doña María Murtfeldt. Ella era argentina de nacimiento, él era uruguayo y se conocieron teniendo 22 y 17 años respectivamente. El abuelo  materno de Delmira era un hombre de origen alemán de buena posición, radicado en Buenos Aires después de haber integrado el Senado de Bremen, Alemania.

Su abuelo paterno, Don Domingo Agustini, era corso francés y siendo muy joven participó de la batalla de Trafalgar. Emigró a Montevideo y era comerciante, para lo que tenía grandes habilidades, las cuales heredó el padre de Delmira. Se le tildaba de avaro, obsesivo en lo que tenía que ver con números, se tomaba eso hobbie como una religión. Pero además de su ambición y obsesión por el dinero se vinculaba con las artes, sobre todo la pintura y la fotografía.


Delmira en brazos de su madre, junto a su hermano.


El matrimonio tuvo dos hijos. El mayor llamado Antonio Luciano nació en 1882.  Sin embargo, Delmira, nacida en plena primavera una noche de gran tormenta, un 24 de octubre de 1886 sobre la tardecita, eclipsó la atención de sus padres de manera que su hermano quedó relegado a un segundo plano para toda la vida, aún después de la muerte de su hermana. Delmira, la niñita rubia de ojos azules e increíble belleza, atrapó especialmente la atención de su padre, el que la fotografiaba mucho por su gracia, a tal punto que Doña María llegó a sentirse desplazada y no podía ocultar sus celos.

Todo en la familia comenzó a realizarse alrededor de Delmira. Doña María quedaba sorprendida al tenerla en los brazos, se admiraba de lo hermosa que era la niña, diciendo que era un ángel que le enviaban del cielo. Y es en ese momento que la madre pronuncia las palabras que fueron como una sentencia por el resto de la existencia de Delmira: “serás mía y lo serás siempre”. Ella sería por siempre “su nena”. Fue bautizada el 8 de enero de 1887 en la Catedral de Montevideo. Su abuelo paterno fue su padrino y la hermana de su madre Doña Dolores su madrina.

La hermosa niña de esta familia comenzó dando sorpresas. Antes del año de edad ya caminaba (cosa poco usual en la época), habló y con muy interesante vocabulario a los tres años, también raro para el momento. Se dice en algunos documentos que a los cuatro aprendió a leer y escribir incentivada y enseñada por su propia madre, la que aseguraba que “la nena era una niña prodigio”. Era una niña muy caprichosa y llena de berrinches por cualquier cosa que deseaba y quería de los demás, como juguetes o golosinas de su hermano, lo que sucedió a lo largo de la vida del chico. Sus padres lo consentían en forma constante. Al menor llanto que sobrevenía luego del berrinche, la madre la consolaba fuese lo que fuese el motivo del mismo. A tal punto que a raíz de estos sucesos el personal de servicio, mucamas, niñeras, cocineras duraban poco tiempo en su trabajo, además de los sueldos miserables que Agustini pagaba.


Delmira Agustini de niña.



También su hermano era implicado en esto y ya se había acostumbrado a estar en penitencia a raíz de los caprichos de su hermana. Así vemos en que ámbito familiar se criaba Delmira, “la nena”. Su padre era cómplice de su esposa, pues adoraba a su hija y solo veía por sus ojos. Delmira era la mimada y por lo tanto la estrella familiar. Su madre invitaba a amigas o familiares muy asiduamente a tomar el té, solamente para exhibir a “su nena”.  En estas reuniones ella recitaba todo tipo de poemas que su madre le enseñaba y así comenzó a cantar y hablar en francés desde los cuatro años. Esto maravillaba y sorprendía a los concurrentes, a lo que decían que Delmirita era una “niña prodigio”. Todo llenaba de orgullo a su madre.A esta altura de los hechos Doña María decidió que su hija no asistiría a la escuela, pues ella podría hacer mejor el trabajo que una desconocida y además la escuela arruinaría o atrasaría su inteligencia natural. Tampoco podría tolerar el compartir con otras niñas “que quién sabe qué padres tienen”.

De este modo Delmira durante toda su infancia no tuvo amigas de su edad, vivía encerrada dentro de su ámbito familiar. Sus contactos eran su madre, padre y hermano. Tenía su dormitorio lleno de muñecas y otros juguetes, no muchos para no distraer su inteligencia. A los diez años decidieron que debía estudiar piano. Y a los pocos días su padre había pedido uno a Alemania. Tomó clases en su casa. Todos los profesores que tuvo Delmira coincidían en lo mismo: “siempre está supeditada a su madre”, “era muy grande la influencia de su madre”.
 

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