Doña Trinidad Guevara II

En esos primeros años que Trinidad vivió en Montevideo pasaron sucesos muy inquietantes en cuanto a la inestabilidad social.

Montevideo sitiado desde  1811 al  1813, hacía que la vida se volviera insegura, intramuros se pasó hambre, falta de agua y de comida a tal punto que se llegaba a matar por un puñado de harina. Pero pese a todo, Trinidad siguió actuando a pesar de saber que se arriesgaba a ser tildada de prostituta y las represalias correspondientes. Ella nunca dio marcha atrás, además que siempre disponía de algún protector. Fue por el 1814 que comienza su relación amorosa con Manuel Oribe, ella contaba con 17 años. Lo primero que hizo Oribe fue ponerle una casa para poder verla y disfrutarla a su gusto. La casa donde la instaló había sido confiscada por el Gobierno revolucionario a un alto jerarca español a lo que Oribe no escatimó esfuerzos, amistades y recursos para quedársela.

Estaba locamente enamorado y ella le correspondía con la misma pasión. Primero la colmó de regalos, halagos y una labia que la envolvía hacia el cielo, ella nunca lo había imaginado, su enamoramiento fue explosivo y la deslumbraban sus ojos casi azules,  sus influencias políticas  y su grado de Capitán de Artillería. Estos sucesos causaron gran conmoción en la sociedad del pequeño Montevideo revolucionario, donde todo se sabía a través de las celosías, cortinados y puertas entreabiertas. No hubo salón donde no se comentaran estos amoríos. La que no estaba muy convencida, pero sí alarmada era la familia Oribe de Viana.

Pasaban los días y los amantes estaban en su propio mundo, entre festines, manteles de seda, sobremesas extendidas y sábanas revueltas. Trinidad queda embarazada con 17 años, su primogénita a quien llama Carolina Martina nace el 21 de febrero de 1816. La familia de Manuel no toleraría que una pequeña criatura con su sangre anduviera por este mundo en manos de una mujer como Trinidad. A esto le buscaron inmediata solución, convencieron a la joven de que aún era demasiado joven para andar por la vida con como una madre soltera, ya que sabían que con Manuel no tendría demasiado futuro, ya que pensar en una boda entre ellos era una idea impúdica e impía para la familia . Además perjudicaría su posibilidad en el futuro de conseguir un buen marido y perjudicar su carrera artística. Por el contrario la familia Oribe de Viana podría darle una buena crianza, buena educación y un hogar estable como “la gente”.

Realmente cuidaron de la niña con esmero y cumplieron con ella como una más de la familia, hasta le buscaron un buen padrino de bautismo, nada menos que un futuro Presidente de La República, Don Gabriel Antonio Pereira y en el futuro le encontraron un matrimonio muy conveniente. En 1917 Trinidad y Manuel se embarcan para Buenos Aires, gracias a un salvoconducto que Don Manuel consiguió con los Lusitanos (por entonces en la Banda oriental) para huir del convulsionado Montevideo. Ya instalados en Buenos Aires cada uno comienza sus actividades, muy diferentes por cierto y con ello se comienza a desmoronar la relación. Ella sigue con su carrera artística y a deslumbrar en esta ciudad, actuando en el teatro Coliseo, de gran lujo en el momento y recién reinaugurado. Por su parte Don Manuel abrazó con pasión y se enrolo una logia que también la separará para siempre de Trinidad.  Cada uno sigue con su amor: Trinidad, el teatro, la actuación en todos los aspectos posibles. Manuel, el de “Libertad o muerte”.
 
                ¡Gracias! ¡Nos encontramos luego con otra historia!

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