Monumentos emblemáticos de Montevideo: Edificio Jockey Club

Este edificio fue diseñado y construido por el arquitecto francés Joseph Paul Carré, quien resultó ganador de un concurso convocado en 1920. La inauguración se realizó 12 años después, el 1° de enero de 1932. Está ubicado en Av. 18 de Julio 857, entre Andes y Convención.

El edificio de cuatro falsas plantas aloja detrás de la fachada un total de 15 niveles; y su interior es un ejemplo del estilo Art Decó, presente en los vitrales y otros elementos decorativos. La construcción plantea premisas de diseño similares al resto del tejido de la avenida 18 de Julio, destacándose en la época de su inauguración por su mayor altura y por la escala de los distintos elementos constitutivos de su fachada. La planta confirma la ajustada composición general, donde el espacio central, protagonista del conjunto, va adquiriendo diversos roles en los sucesivos niveles y articulando, simultáneamente, la sectorización de los salones principales de doble altura al frente y las salas de juegos, oficinas y servicios del área posterior. El eclecticismo se hace más evidente en el manejo que se realiza en la decoración de los ambientes interiores, en bajorrelieves, carpintería y herrería, que marcan diferencias sustanciales con la resolución externa del edificio.



 
Desde su inauguración hasta los años 70, la sede del Jockey Club fue lugar de reunión de la aristocracia “burrera” del país. Se trataba de un lugar de acceso restringido donde los aspirantes a socios debían llegar recomendados y pasar por un proceso de selección que aprobaba la junta directiva. Se trataba de un espacio muy grato donde se le rendía culto a la amistad a través de extensas tertulias. Había cuentistas, relatores, gente que era un placer escuchar por su sentido del humor, su picardía y su gracia.
 
La esgrima era el deporte rey del recinto. Allí había un centro de entrenamiento y se disputaban los campeonatos nacionales. También se jugaba al front-on en una cancha ubicada en el subsuelo. La peluquería y el restaurante eran de las estancias más visitadas. Éste último era el escenario de prolongadas tertulias de jóvenes profesionales adeptos a los caballos. Por las noches el interés estaba puesto en los juegos de naipes que se realizaban en el piso 12. Según algunas anécdotas, allí se jugaban fortunas y era habitual que se corrieran rumores acerca de cuánto dinero ganaba o perdía cada quien.




 
Durante los primero años del Jockey Club, las mujeres no tenían permitida la entrada. Si iban a buscar a sus maridos se quedaban en el hall de entrada. Si deseaban ingresar al comedor debían hacerlo acompañadas de un hombre. Tampoco podían entrar en la peluquería y en la sala de juego.
 
En la década del 60 el local del Jockey Club era el elegido para la celebración de fiestas de casamientos y cumpleaños de quince, del mismo modo que más tarde se puso de moda el Club Uruguay. La estructura fue declarada, en 1975, monumento histórico nacional.
 
Luego de la época de bonanza, el Jockey cerró sus puertas y en 1997 se remató el edificio. El grupo Pestana, una empresa hotelera de origen portugués, es su propietaria desde 2010. En el 2015 comenzó un nuevo camino para el edificio porque en la planta se inauguró un restaurante que dio nueva vida a este emblemático símbolo de la ciudad.



 
Actualmente se encuentra en desuso, esperando por la implementación de uno de los tantos proyectos inmobiliarios que se han presentado para su restauración y que prometen convertirlo en un hotel cinco estrellas.
 
 

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