Cómo cultivar la serenidad

Por Víctor M. Parachin

 

Cada día proporciona oportunidades de tomar acción, edificar recursos y desarrollar estrategias para cultivar la serenidad y la paz. A continuación ocho sugerencias para la serenidad:
 
1. Recuerda una de las grandes promesas de Jesús:
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”. (Juan 14:27) La paz que Él deja con nosotros es la paz que proviene de sentir la presencia de Dios. No importa lo que tus circunstancias puedan ser, reclama ese regalo por medio de la oración al afirmar diariamente la paz y la serenidad de Cristo en tu vida. Cuando los retos y tribulaciones surjan, que te dé ánimo esta observación del experto del Nuevo Testamento, el Dr. William Barclay, quien dice que la paz de Cristo no significa la ausencia de problemas. Él escribe en su libro acerca del Evangelio de Juan: “La paz que Jesús nos ofrece es la paz que proviene de la conquista. Ninguna experiencia de vida puede jamás quitárnosla y ningún pesar, peligro ni sufrimiento puede disminuirla. Es independiente de nuestras circunstancias externas”.

 
2. Presta atención especial a tus actitudes mentales y espirituales.
¿Estás siendo guiado por el temor o la fe? Somos lo que pensamos. La mente es como un jardín y los pensamientos producen fruto. Los pensamientos abundantes producen mucho fruto; los pensamientos escasos producen poco fruto. Revisa tu manera de pensar y asegúrate de que tu pensamiento esté enfocado en la fe y el triunfo, no en la desesperación y la derrota.





 
3. Utiliza el poder de la música.
En el siglo dieciocho, el autor alemán Johann Paul Friedrich Richter hizo notar: “La música es la luz de la luna en la noche tenebrosa de la vida”. Hoy en día hay evidencia científica de que la música puede aliviar los nervios alterados. En el hospital St. Agnes en Baltimore, proveían música clásica en las unidades de cuidados intensivos. “Media hora de música produce el mismo efecto que diez miligramos de Valium,” dice el Dr. Raymond Bahr, jefe de la unidad de cuidados coronarios. “Algunos pacientes que habían estado despiertos por tres o cuatro días seguidos pudieron dormir profundamente”. Otros estudios demuestran que la música puede disminuir la presión arterial, el metabolismo basal y el ritmo de la respiración, aminorando así las respuestas sicológicas al estrés. Para aumentar la serenidad durante momentos de gran estrés, trata formalmente de escuchar música que te guste.

 
4. Emplea la terapia de la risa.
“El corazón alegre es una buena medicina,” declara el autor del Proverbio 17:22. Esa sabiduría bíblica ahora ha sido confirmada por la ciencia. Según el Dr. W. F. Fry, siquiatra y profesor clínico asociado emérito en la escuela de medicina de la universidad de Stanford, el humor es “un antagonista directo a las tres emociones negativas mayores —ira, temor y depresión”. Hay veces cuando simplemente debemos reírnos de los problemas. Tomar tiempo para ver una comedia en la televisión o en el cine no solamente nos ayuda a reír, sino que nos ayuda a mirar nuestros retos desde una perspectiva diferente.

 
5. No esperes perfección de ti mismo.
Recuerda que ser humano significa cometer errores. Si cometes un error, perdónate y da los pasos necesarios para reclamar tu vida. Baja el tono de los pensamientos negativos o duros acerca de ti al recordar como Dios te ve: “Porque a mis ojos eres de gran estima, eres honorable y yo te he amado”. (Isaías 43:4)

 
6. Vive un día a la vez.
Muchas personas están privadas de la paz mental porque viven con ansiedad acerca del pasado y temerosas del futuro. La manera de eliminar tal ansiedad es dar un paso a la vez y vivir un día a la vez.





 
7. Cuida tu alma.
A la final, la serenidad y la paz son regalos de Dios. “Escucharé lo que el Señor va a decir; pues va a hablar de paz a su pueblo, a los que le son fieles”. (Salmos 85:8 Versión Popular) Hoy en día, un gran número de sicólogos están notando la correlación positiva entre la fe de una persona y su serenidad. Tener fe produce beneficios espirituales y emocionales.

 
8. Practica el arte de hacer mini-pausas.
La vida nunca debe ser reducida a un movimiento de una cita a otra y de una tarea a otra. Jesús es un buen ejemplo. Después de un día de ministerio, dijo a sus discípulos: “Venid vosotros aparte, a un lugar desierto, y descansad un poco”. (Marcos 6:31) El afán de la vida debe ser interrumpido al hacer periódicamente algo diferente y agradable. Da un paseo en bicicleta por una carretera solitaria, juega un juego favorito de tu niñez, visita un lugar turístico o pasa unas horas en la playa.





Ten presente que algunas partes de la vida pueden ser manejadas, controladas y conformadas, mientras que hay otra sobre las cuales no tenemos control. La serenidad siempre se encuentra en las vidas de las personas quienes conocen la diferencia entre lo que puede ser controlado y lo que no.

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