¿De qué se trata la dislexia?

Se le llama dislexia (del griego- dificultad, anomalía y habla o dicción) a la dificultad en la lectura que imposibilita su comprensión correcta.

Erróneamente el término se aplica a la dificultad para una correcta escritura, en este caso el término médico apropiado es el de disgrafía. En términos más técnicos, en psicología y psiquiatría se define la dislexia como una discrepancia entre el potencial de aprendizaje y el nivel de rendimiento de una persona, sin que existan cualquier tipo de problema, ya sea sensorial, físico, motor o deficiencia educativa.

Es importante que los niños que poseen esta dificultad sean comprendidos y apoyados a tiempo por sus padres y docentes. Para ello se necesita estar atentos y abiertos cuando las cosas no funcionan como se esperaba.

Para confirmar un diagnóstico de dislexia, es importante descartar otras posibles causas que puedan estar afectando el aprendizaje (exigencia inadecuada, problemas visuales o auditivos, una incorrecta técnica escolar) y evaluar si no existe un trastorno cognitivo, déficit atencional o alguna patología psiquiátrica o neurológica.

¿A qué debemos estar atentos?

Pueden existir una cantidad de elementos propios de un niño o adolescente disléxico, lo que no quiere decir que el tener alguno de los mismos signifique que ya podemos diagnosticarlo como tal.

Pueden ser niños que se encuentren a la defensiva, con altibajos emocionales, con problemas de conducta en el aula que logran siempre un llamado de atención.

Se da la confusión en letras semejantes (b,d,p,q) y al leer o escribir presentan repeticiones, adiciones, transposiciones, omisiones, sustituciones y revierte letras, números y/o palabras.
La dislexia suele presentarse asociada a otros trastornos de aprendizaje, en matemática, historia, geografía, entre otras.

Los padres son una fuente de ayuda muy importante para sus hijos. Deben cumplir un apoyo emocional y social.

Es importante desarrollar la autoestima en todos los niveles, pero sin llegar a la sobreprotección. No se debe caer en las comparaciones y se debe controlar la ansiedad para que no le sea transmitida al pequeño.

El manejo es psicopedagógico y se trata de enseñar técnicas que ayuden a que el niño alcance la habilidad necesaria para leer sin problemas. Se puede comenzar con funciones básicas como identificar la izquierda y la derecha.

Es un tratamiento a largo plazo en el cual los padres deben ser constantes y ayudarlo para que no se desmotive.




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