Hambre emocional vs Hambre real

¿Sabías que las emociones juegan un papel importantísimo en nuestra alimentación? 

Si no lo habías escuchado antes, seguramente se suene ya que es muy probable que te haya sucedido. Son muchas las veces que nuestras emociones influyen sobre nuestra selección de alimentos (en general hacia los dulces y/o snacks poco saludables) y la cantidad de comida que ingerimos (generalmente bastante más de lo que realmente necesitamos para saciar el apetito).
 
Las emociones son respuestas psico-fisiológicas que representan modos de adaptación a un estímulo, activan redes asociativas en la memoria y generan reacciones en el sistema nervioso, la musculatura corporal y facial y el sistema endocrino, entre otras.
 
Dependiendo de la emoción que estamos sintiendo, es el tipo de hormonas que segregamos en respuesta; dónde algunas, como la dopamina o la serotonina, afectan directamente el apetito.
 
Podríamos decir que el vínculo entre las emociones y la alimentación se genera desde muy pequeños, los bebes al ser amamantados no obtienen solo leche materna como alimento, sino también un momento de conexión y amor con su madre.
 
Además, desde niños se nos premia o castiga con comida, y estos patrones conductistas se graban en nuestro inconsciente haciendo que de adultos respondamos igual. Al sentir ciertas emociones como rabia, tristeza o abandono tu mente entiende a la comida como vía de escape para salir de la situación displacentera y calmarlos. 
 
Por otra parte, el hambre emocional vinculada a emociones negativas nos hace preferir alimentos ricos en grasas y/o azúcares que elevan ciertas sustancias químicas en nuestro organismo generando sensaciones de satisfacción momentáneas, que desaparecen al poco tiempo del consumo y la emoción negativa permanece.
 
Poder discernir si lo que sentimos es hambre emocional o hambre real resulta fundamental si queremos alimentarnos saludablemente. Desde el Coaching Nutricional se habla de desconectar la comida de las emociones y se plantean varias estrategias para lograrlo.
 
¿Cuáles son las principales emociones ligadas al sobrepeso?

ANSIEDAD - Anticipación a daño o desgracia futuros, acompañado de sentimiento desagradable y/o de síntomas somáticos de tensión; la comida facilita liberar la tensión
DESPROTECCIÓN - Indefensión; la comida sirve de buffer para lo que se cree peligroso. 
VACÍO - Inseguridad afectiva o económica que genera sensación de vacío; se llena con comida. 
EVASIÓN - No querer pensar o hacer frente; se usa la comida para posponer pensar o actuar.
ABURRIMIENTO - Mezclado con ansiedad; se usa la comida como excusa, buscando algo para hacer. 
FALTA DE PROPÓSITO - Incertidumbre sobre el propio ser; sensación de vacío afectivo que se llena con comida.
MIEDO A LA ESCASEZ - Tendencia a acumular; se actúa de manera opuesta cometiendo excesos.
RABIA Y RESENTIMIENTO - Cuando no podemos expresarlas muchas veces acudimos a la comida como refugio.
NECESIDAD DE AFECTO EXTERNO - Carencia de cariño y búsqueda de cercanía y atención; se busca saciar la necesidad de afecto con la comida.
AUTOBLOQUEO - No permitirse salir de la situación donde se está aunque ésta no sea satisfactoria; genera ansiedad y hace que alteremos nuestro patrón alimentario. 

Para poder expresar y gestionar nuestras emociones de manera adecuada -y no a través de servirnos otra porción más- es que es fundamental reconocerlas, aceptarlas y actuar en consecuencia… Si estoy aburrido tengo mil opciones además de comer para entretenerme; si me siento ansioso lo canalizo buscando actividades que me relajen como leer o meditar; si me falta propósito debo darme cuenta que este bol de papitas no me lo va a dar.
 
¿Cómo identificar y diferenciar el hambre real del hambre emocional?
 

 
Entonces, ¿cómo hacer para no seguir cayendo en la trampa del hambre emocional? La siguiente estrategia es útil para identificar el tipo de hambre que sientes y empezar a gestionar tu alimentación de manera saludable.
 
Al sentir hambre de un alimento específico, debes plantearte si sería lo mismo sustituirlo por otro plato más nutritivo y bajo en calorías. 
 
- Si la respuesta es SÍ - Realmente tienes hambre. 
- Si la respuesta es NO - Preguntate qué emoción te motiva a desear ese alimento y busca alternativas (no solo alimentarias) que me puedas aplicar para sentirte mejor. 


Si notas que esto es algo que te sucede habitualmente, algo bueno que te puede ayudar a tomar conciencia es llevar un diario donde registres cuándo tuviste hambre emocional, qué alimentos te hizo desear, qué emoción identificaste y que alternativas encontraste para sentirte mejor. De esta manera, la próxima vez que te pase ya sabrás como actuar y pronto lo tendrás automatizado, evitando así caer en tentaciones innecesarias y poco saludables.
 
 

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