Mitos sobre la violencia de género

El 25 de noviembre es una instancia más para deconstruir todas aquellas creencias que nos lleven a seguir provocando o padeciendo dolor. 

La violencia de género ha cosechado a lo largo de su existencia una serie de mitos que la justifican y la reproducen. Nos parece más que oportuno analizar algunos de ellos a fin de que podamos comprender qué realidades se esconden detrás de aquello que creemos entender.

“El maltrato a las mujeres no es algo frecuente”.
Según un estudio de 2018 de la Organización de las Naciones Unidas, Uruguay tiene la segunda mayor tasa de mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas en América Latina. A su vez, una encuesta gubernamental realizada en 2019 y publicada en abril resulta desoladora: 76,7% de las mujeres dijeron haber experimentado violencia de género a lo largo de su vida, y 47% dijeron haberla sufrido de sus parejas o ex parejas.


“Las mujeres no deben pasarlo tan mal como dicen, sino dejarían a su pareja”.
Una víctima de violencia de género puede tener muchos impedimentos para dejar la relación. Entre ellos: miedo a sufrir agresiones, a perder a sus hijos, a no recibir ayuda o quedar totalmente desamparada, anulación psicológica debido al maltrato sufrido e incapacidad para buscar salida, aislamiento y dificultades de comunicación, promesas de perdón y cambio por parte de su pareja, etc.


“Si la víctima hiciera lo que el agresor quiere, el maltrato no se produciría”.
El ciclo del maltrato siempre se repite. Inicialmente se acumula tensión, la cual desemboca en agresión y finaliza con un intento de conciliación. El hombre busca el perdón a través de promesas y manipulaciones. En relaciones con niveles de agresión de alto riesgo, la última fase desaparece y la violencia es constante. Muchas víctimas intentan reducir las agresiones “complaciendo” al agresor pero eso no detiene el ciclo de violencia, ya que el agresor siempre tendrá motivos para ejercer el maltrato.


“El maltrato se produce en clases sociales desfavorecidas”.
La violencia de género está presente en cualquier clase socioeconómica y los estudios sociológicos han arrojado datos contundentes al respecto. En Uruguay, el Instituto Nacional de la Mujer, obtuvo que en las clases más bajas un 67,7 % de las mujeres son víctimas de violencia. En las clases medias el porcentaje es de 68,8 % y en las clases más alta el porcentaje asciende a 71%.


“El maltrato físico es más grave que el maltrato psicológico”.
El maltrato psicológico destruye la autonomía, autoestima y determinación de la mujer. Como resultado, queda anulada para poner límites, tomar distancia y finalizar la relación. Aunque no se hayan producido agresiones físicas la víctima queda dañada requiriendo ayuda profesional para recuperar un estado de salud psicológica adecuado.


“Los hombres que tienen adicciones son violentos por el consumo de drogas”.
No todas las personas que consumen drogas cometen maltrato. El maltrato se fundamenta en la estructura psicológica del agresor. El consumo de sustancias lo que hace es desinhibir en mayor medida dicha agresividad interna, lo que puede exacerbar sus conductas violentas.


“Los maltratadores son enfermos mentales que pierden el control”.
El maltrato no tiene su origen en una enfermedad mental. Los agresores son perfectamente conscientes de sus conductas y deciden ejecutarlas para conseguir sus objetivos. Si quisieran, tendrían la capacidad para no ejercer violencia y aprender a gestionar sus limitaciones individuales.


“La violencia de género es un asunto de familia”.
La violencia machista es una responsabilidad social. Nos compete a todos lograr una educación en igualdad que consolide relaciones humanas sin violencia. Debemos involucrarnos en la denuncia del maltrato y el desarrollo de recursos de intervención para las víctimas.


“Cuando una mujer dice “no” es que se está haciendo la dura”.
Si una mujer dice no, es no. Respetar los límites de las personas es esencial para prevenir el ejercicio de la violencia.


“Lo mejor es mantener la relación de pareja para que los hijos no sufran”.
Al encontrarse en un ambiente de violencia los hijos sufren importantes secuelas físicas y psicológicas. Jamás será beneficioso mantenerlos en un contexto de maltrato ya que afecta a su salud y desarrollo.


“Los hombres son agresivos por naturaleza”.
Defender una agresividad innata en el género masculino es defender una mentira. Cualquier persona, si lo desea, puede controlar su conducta, responsabilizarse de sus limitaciones, gestionar sus emociones y modificar sus creencias.


“Los agresores han sufrido maltrato durante su niñez”. Sufrir violencia en la infancia no determina un perfil de agresor en la edad adulta, aunque sí origina secuelas psicológicas en relación con uno mismo y los demás. No todas las víctimas de violencia terminan ejerciéndola.


“Cualquier momento del día o de la noche es bueno para decir basta y poner fin a una etapa de tu vida que hubieras deseado no vivir”. Raimunda de Peñafort


Es esencial acoger emocionalmente a una víctima de violencia de género. Para que la mujer decida dar el paso de pedir ayuda y denunciar es muy importante transmitirle confianza y seguridad. Escuchar, apoyar y facilitar la expresión de todos sus sentimientos sin juzgar. Así mismo, es crucial valorar el riesgo al que se encuentra expuesta y aportar información sobre los diferentes recursos a los que puede acudir para pedir ayuda, ofreciendo acompañarla si lo desea. Erradicar la violencia de género está en manos de todos. Buscar soluciones y apostar por una educación en igualdad nos permitirá construir las bases de una sociedad en la que no existan víctimas y agresores, sino hombres y mujeres con capacidad para respetarse.
 
En Uruguay contamos con un Servicio telefónico de orientación a mujeres en situación de Violencia Doméstica. Es gratuito, confidencial, de alcance nacional que funciona los 365 días del año. Pueden acceder mujeres mayores de 18 años en situación de violencia doméstica.
Desde teléfonos fijos: 0800 4141
Desde celulares: *4141

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